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El reconocimiento cardiológico deportivo como salvavidas

Cada vez somos más conscientes de la importancia y el papel fundamental que desarrolla el deporte y la actividad física en nuestra vida diaria. Actualmente, nadie niega la realidad de que llevar una vida sedentaria supone un riesgo para nuestro organismo, aumentando el riesgo cardiovascular, la probabilidad de desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes o favorecer la obesidad. Todas estas son enfermedades predominantes en el mundo occidental, y es por ello, que cada vez son más las entidades que se suman en la lucha por combatir esta falta de ejercicio.

Pero los beneficios no son solo físicos, sino que también suponen una mejora psicológica, gracias a la segregación de neurotransmisores que favorecerán positivamente nuestro estado de ánimo.

Si bien este dinamismo nos depara increíbles mejoras en nuestro rendimiento y calidad de vida, existen ciertos riesgos también en su práctica frecuente. Esto es debido a que supone una tracción de nuestros elementos: activamos nuestros músculos más allá de su nivel basal, forzamos su contracción, los sometemos a grandes esfuerzos… Y, en consecuencia, es posible que se produzcan lesiones, como esguinces o traumatismos. Pero también pueden tener lugar eventos cardiológicos más graves, como la muerte súbita.

La muerte súbita supone el fallecimiento que, de forma natural, sin violencia y totalmente repentina, se produce en un periodo de tiempo inferior a una hora desde que se inician los síntomas. La persona que lo sufre tiene un buen aspecto físico y estado general correcto previo y está realizando actividades frecuentes.

Poco importa que la persona haya comenzado de cero en un deporte base o se dedique profesionalmente. Si no se ha realizado un control previo, es decir, un screening que intente detectar cualquier alteración cardiaca, no se habrá diagnosticado a este deportista y, por lo tanto, cada vez que lleve a cabo un entrenamiento, su vida correrá peligro.

Es recomendable someter a los jóvenes deportistas a un reconocimiento cardiológico deportivo, ya sea de forma preventiva o periódica y tanto controles básicos como completos, idóneos para cada deporte. Es imprescindible comprobar el estado de nuestro organismo antes de someterlo a condiciones adversas, como recomienda el Ministerio de Salud y Deporte. Se recomienda llevar a cabo este tipo de exámenes, estudiando funcional y morfológicamente el sistema cardiovascular.

La incidencia de esta dolencia es relativamente baja, de 2,1/100000, pero 24000 personas la sufren al año en nuestro país. Por lo que, como federación o escuela deportiva, recae sobre nosotros la protección y seguridad de nuestros deportistas y no podemos obviar estos datos. Las consecuencias son catastróficas, suponen generalmente la muerte de la persona, ya que solo 1 de cada 20 sobreviven a este acontecimiento.

Lo peor de todo, y aquí recae la importancia de un correcto control y seguimiento cardiológico, es que el 75 % de estas pérdidas humanas podrían serían evitables con reconocimientos cardiológicos preventivos.
 

 

 

 

Imagen: pixabay.com