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¿Liposucción o ejercicio físico?

En tan señaladas fechas, días festivos cargados de reuniones, comidas y cenas familiares, donde descontrolamos la dieta, y tenemos escaso tiempo para practicar deporte, desde el equipo de Sport·Pulse, hemos querido hablar de un tema tan importante como es la pérdida de peso, tanto con hábitos saludables como en una rápida cirugía, y explicar las diferencias entre estas dos maneras de hacerlo.

La liposucción es la cirugía estética más frecuente después del aumento de pecho. Esto es debido a las creencias de la población actual, en la que se asocia el sobrepeso o la obesidad con un perfil antiestético. Esto en parte es beneficioso, ya que no debemos olvidar la relación intrínseca entre la obesidad y enfermedades graves, como pueden ser la diabetes tipo II o la arterioesclerosis.

La aparición de nuevas opciones quirúrgicas en las que se logra una mayor pérdida de grasa con todavía más seguridad, y a sabiendas de que el tejido graso es un tejido activo metabólicamente hablando, nos ha hecho pensar que la liposucción nos puede ayudar a mejorar ese metabolismo, a aumentarlo y por tanto ayudar a la mayor pérdida de grasa y con ello tratar la obesidad.

Lamentablemente, los resultados de los estudios realizados son inconsistentes, ya que las vísceras de los pacientes con obesidad están muy aumentadas de tamaño y esa grasa que “las rodea” permanece tras la intervención. Por tanto, una vez eliminas el tejido adiposo subcutáneo en la liposucción, el tamaño de estos órganos sigue siendo el mismo y la grasa sigue ahí, provocando que no existan evidencias de mejoría en los factores de riesgo cardiovascular.

Por poner un ejemplo, si hablamos de tejido graso visceral, éste sí que es un gran indicador de riesgo de enfermedades cardiovasculares o del metabolismo lipídico. Concluimos, con tal motivo, que según dónde y cómo esté distribuida la grasa, aumenta o disminuye el riesgo de dichas enfermedades. Si la grasa visceral es proporcionalmente mayor que la subcutánea, habrá más riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, ya que empeorarán algunos factores de riesgo como pueden ser la resistencia a la insulina (diabetes).

El ejercicio físico tiene múltiples beneficios, y realizarlo de la mejor manera orientados por profesionales puede hacer que optimicemos todavía más estas ventajas. Por ejemplo, con la realización de la prueba de esfuerzo con análisis de gases le vamos a comentar a nuestro paciente en su informe final a qué pulsaciones, velocidad y pendiente debe ir en la cinta rodante para optimizar la pérdida de peso graso. Y, al contrario de lo que piensa la población en general, la pérdida de peso graso se optimiza a menor intensidad y bajas pulsaciones, pero siendo ejercicios de mayor duración en el tiempo (aeróbicos).

Con ejercicio aeróbico mejoraremos además la resistencia a la insulina (diabetes), la oxidación de grasas, aumentaremos la masa muscular por lo que mejoraremos condición física y el retorno venoso cardiaco, y reduciremos grasa (sobre todo la visceral).

Volviendo de nuevo a la liposucción, y habiendo entendido las diferencias entre grasa visceral y subcutánea, es necesario comentar que esta cirugía exclusivamente reduce el tejido graso subcutáneo, y el ejercicio físico reduce también el visceral.

Por tanto, si exclusivamente se decide realizar cirugía sin ejercicio físico, el propio metabolismo del paciente hará que vuelva a su estado inicial, ya que éste no cambia. El cambio momentáneo, a grandes rasgos, con fines estéticos, lo realiza la liposucción. Si deseamos que permanezcan esos cambios, hay que complementarla con la realización de ejercicio físico.

En conclusión, la liposucción nos aportará ventajas estéticas, y, complementada con ejercicio físico, lograremos reducir todas esas desventajas que la obesidad producía en forma de enfermedades silentes pero graves que acaban reduciendo los potenciales años de vida del paciente. Además, no olvidemos que toda cirugía implica unos riesgos, por lo que, si los resultados de esta son beneficiosos, deberemos siempre seguir los consejos que nos aporten los profesionales, y siempre irán dirigidos a complementarlos con una realización de ejercicio físico adecuada, junto con por supuesto una dieta sana y equilibrada.

 

REFERENCIAS:

  1. Després, J. P., Lemieux, I., Bergeron, J., Pibarot, P., Mathieu, P., Larose, E., . . . Poirier, P. (2008). Abdominal obesity and the metabolic syndrome: contribution to global cardiometabolic risk. Arterioscler Thromb Vasc Biol, 28(6), 1039-1049. doi:10.1161/ATVBAHA.107.159228
  2. Giese, S. Y., Bulan, E. J., Commons, G. W., Spear, S. L., & Yanovski, J. A. (2001). Improvements in cardiovascular risk profile with large-volume liposuction: a pilot study. Plastic and reconstructive surgery, 108(2), 510-519.
  3. Benatti, F. B., Lira, F. S., & Oyama, L. M. (2011). Strategies for reducing body fat mass: effects of liposuction and exercise on cardiovascular risk factors and adiposity. Diabetes, metabolic syndrome and obesity: targets and therapy, 4, 141.
  4. Hansen, D., Dendale, P., Berger, J., van Loon, L. J., & Meeusen, R. (2007). The effects of exercise training on fat-mass loss in obese patients during energy intake restriction. Sports Medicine, 37(1), 31-46.
  5. Kelley, D. E., Thaete, F. L., Troost, F., Huwe, T., & Goodpaster, B. H. (2000). Subdivisions of subcutaneous abdominal adipose tissue and insulin resistance. American Journal of Physiology-Endocrinology And Metabolism, 278(5), E941-E948

Dr. Manuel de Hevia Benlliure, médico especialista en Medicina Deportiva.